Javier Fueyo

El pasado 9 de agosto, la tragedia se posó sobre las pistas NASCAR. Durante la carrera Empire Super Sprints, celebrada en el Canandaigua Motorsports Park en la zona norte del estado de Nueva York, el campeón de división Tony Stewart golpeó a Kevin Ward Jr. con su vehículo, resultando en la muerte del joven piloto de 20 años. Instantes previos al incidente, Stewart había sido interceptado por Ward mientras conducían uno al lado del otro.

Los eventos ocurrieron de la siguiente manera: en primer lugar, Ward impactó contra un muro de seguridad; después, descendió de su vehículo y caminó a lo largo de la pista, mientras agitaba los brazos en un aparente intento por confrontar a Stewart. Posteriormente, la llanta posterior del auto de Stewart golpeó el cuerpo de Ward, proyectándolo contra el pavimento. La causa de la muerte fue determinada como traumatismo contundente en la cabeza.

En fechas recientes, un gran jurado en el Condado de Ontario, Nueva York, decidió no presentar cargos contra Stewart, esto después de que el fiscal de distrito Michael Tantillo revelará que Ward se encontraba bajo la influencia de mariguana en el momento del accidente. Ward había fumado suficiente cannabis para "afectar su capacidad de juicio", de acuerdo con médicos expertos. Esta noticia ha desatado polémica en el mundo del automovilismo profesional, un deporte que aún requiere medidas de seguridad más estrictas para evitar que este tipo de incidentes se repitan en el futuro.

Aunque dudamos que el consumo de mariguana haya jugado un papel determinante en la muerte de Ward, no podemos descartar que la influencia de sustancias prohibidas en los deportes profesionales aumenta las posibilidades de accidentes imprevistos.